domingo, 25 de abril de 2010

Reflexión VI.


Mirada inquietante, conducta irasciva, Maritza no despegaba los ojos de la pantalla del televisor, llego a pensar en la teletransportación de diferentes realidades como único medio de salvación de su realidad lenta y perpetua en los huecos más oscuros de un suburbio limeño. A que chucha llaman progreso los jefes de gobierno? A unos puntos menos sobre la tasa de desempleo mientras las bolsas del capital extranjero se llenan de la energía juvenil sin sol ni rabia o un examen que pone a tela de juicio la preparación de los maestros? Ninguno creo yo, mientras este aquí es que no hubo algún “progreso”, menos un cambio.
Cuando me retiraré de este mueble obsoleto, viejo y juez de episodios sedentarios, de canchita, cerveza y sexo oral sin discusión. Nuestra energía era infinita, no teníamos miedo, el tiempo tropezaba y nosotros celebrábamos. Mientras esto pasaba, los malvados reían, se tiraban nuestra plata en prostitutas, “expensive” tragos nosotros utilizábamos el método etílico de ron con gaseosa + cenizas de cigarro, porciones inmensas de desperdicio humano, hígados y sangre. Escuchábamos canciones de amor, violencia, todas menos las propias, eran demasiado bulliciosas. Pero la vida en una caja de música nunca es duradera menos segura, se desgasta con el tiempo y el polvo asesino en los rincones. Cambiemos, nunca seremos tan pasados, renovemos nuestros votos mentales. Trabajemos hasta tarde, mientras las fuerzas no se acaben y la paciencia juvenil no llegue al punto de transformación, comprémonos cosas y olvidémonos de los otros, de nosotros, del niño que fuimos del que podemos ser, ahoguemos los ideales en una tina de licor y amor hipócrita, entreguemos el tiempo a la codicia, a la ciudad y a sus barreras. Conservemos un mundo de apatía y tabaco, luego, pongámonos tristes por que poco a poco el tiempo se acorta y la capacidad de nuestro ipod también. Trabajemos, durmamos, y leamos el tele cable mensual, así estamos bien.
Maritza levantó los pies sobre la mesa de centro, tiró su mano derecha hacia atrás y la izquierda buscaba el control remoto… two and a half men estaba por comenzar.

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